Por Isabel Rodríguez Pincheira
DIRECTORA LICEO VALENTIN LETELIER
En las últimas décadas, las reformas en educación se han hecho más frecuentes y ambiciosas, debido a los requerimientos múltiples, tales como los efectos del mundo globalizado que afectan las relaciones económicas y de producción, el desarrollo científico y tecnológico; las secuelas de la sociedad de consumo; la necesidad de hacer frente a la crisis de valores que aquejan a las sociedad actuales, entre otras. (Sánchez, 2013).
Sostengo que las escuelas y liceos de nuestro país se encuentran colapsadas, desorientadas ante la incertidumbre que genera la puesta en marcha de una nueva reforma educativa,que removerá los cimientos sobre los cuales se movió un ciclo de 30 años. Ante este escenario, requerimos una concepción de educación guiada por una concepción de ser humano, centrada en un acción verdaderamente humanizante (Habermas, en Barnett, 2001), coherente con nuestra Ley General de educación, que compromete a través de la educación la posibilidad de desarrollar todas las capacidades de forma integral y acuerdo a su edad. Esto implica, impulsar un cambio sustantivo en que las escuelas y liceos, deben apuntar al desarrollo de aprendizajes en los ámbitos de lo moral, espiritual, intelectual, físico y afectivo, de manera que los estudiantes puedan desenvolverse en distintos ámbitos de su vida y no centrar la formación en reduccionismos cuantitativos que sobrevaloran lo estadísticamente descontextualizado con la perversa aplicación de evaluaciones estandarizadas que dejan fuera la evaluación de habilidades blandas o habilidades para la vida. Bajo el enfoque reduccionista se termina modelando en el estudiante, el profesor, la escuela, familia y sociedad, ciertos mensajes centrados en la cuantificación y el énfasis en la medición de determinados atributos y el desprecio de otros, que paradojalmente están presentes los distintos discursos de educación.
Sostengo que las escuelas y liceos de nuestro país se encuentran colapsadas, desorientadas ante la incertidumbre que genera la puesta en marcha de una nueva reforma educativa
Ejemplos importantes de estas contradicciones encontramos en la idea y utilización de SIMCE, PSU, INICIA con la implicancia de que finalmente nos convertimos en aquello que medimos. Sánchez (2013) El desafío está en ¿Cómo convertir a la educación en una práctica social acorde con los nuevos tiempos en que cada educador se pregunte y sepa quiénes son, con qué sueñan, qué necesidades/habilidades/destrezas y expectativas tienen, cómo aprenden nuestros estudiantes ?.
Existe un consenso sobre la importancia del liderazgo de los directores de escuela para la mejora de la calidad de la educación y que se basa prioritariamente en su potencial influencia en los docentes de aula y a su vez sobre las expectativas que éstos tienen sobre las competencias de los estudiantes. De modo, que la función social de los equipos directivos es crucial en la comprensión y búsqueda de las mecanismos que permitan de algún modo permear y aumentar el capital cultural de los estudiantes a su cargo, pues tengo la certeza de que si los estudiantes logran identificar adecuadamente sus competencias podrán adquirir/o fortalecer un conjunto de habilidades sociales que permitan mejorar su rendimiento y su interacción en contextos diversos.
En este sentido, se reporta desde la investigación las consecuencias para ciertos estamentos de jóvenes en que las desventajas se acentúan, por la falta de capital cultural, social y económico de sus familias, a lo que se agrega la baja calidad de la formación escolar, que impide competir en igualdad de condiciones a medida que avanza el trayecto formativo (preescolar, básica, media y superior). La OCDE (2009), señala que los “alumnos de escuelas municipalizadas y familias más pobres tienen mucho menos posibilidades de aprobar la PSU que los colegios privados y familias más ricas”. Siguiendo esta lógica, los resultados presentados por Ruffinelli (2009) adquieren un enorme sentido, ya que una persona con un capital económico anterior, tendría mayores posibilidades de aumentarlo o mantenerlo que aquella que no lo tiene; lo mismo con el capital social. Bajo el supuesto de que el capital cultural, en palabras de Bourdieu, es el capital principal dentro del campo escolar, por una parte; y por la otra, bajo el supuesto de que los estudiantes poseen diferentes tipos de capitales, ya sea por adscripción o por adquisición. El capital cultural, se encuentra en tres estados: Estado objetivado se refiere a objetos con propiedades que ejercen por su sola posesión un efecto educativo en los agentes. El estado incorporado se refiere al trabajo realizado sobre el cuerpo, que se observa en hábitos, esquemas de percepción y gusto. El estado institucionalizado se refiere a los certificados que la escuela (y otras instituciones) otorga como reconocimiento del desarrollo de un conjunto de habilidades escolares. El tránsito por un sistema educativo que tiende a ser cada vez más cerrado los pone en situaciones diferentes a las cuales deben enfrentarse dentro de la universidad y para lo cual deben hacer uso de diferentes recursos. De esta forma, tener un buen desempeño escolar se le ha adjudicado a elementos tan diversos como el origen social, el capital cultural, la motivación personal o el apoyo familiar de los estudiantes.
Así, el capital que posea un individuo, va a determinar un posible abanico de trayectos típicos que ha de recorrer quien hereda un determinado capital. Por lo tanto, las escuelas y liceos, especialmente del sector municipal requieren de líderes con una mirada más amplia y de largo plazo, con capacidad de adelantarse a las necesidades que demandará el futuro.
A modo de conclusión
Mientras la actual reforma no aborde y resuelva cuestiones elementales como la estandarización, hacer realidad una mayor inclusión y diversidad implican un salto cuali cuantitativo, exige, entre otras cosas, redefinir el rol de las evaluaciones estandarizadas como la prueba SIMCE, instalada como un predictor en un Modelo educativo- que no ha sido exitoso y que discrimina tempranamente a los niños (as), socioculturalmente a las familias y efectúa perversas comparaciones entre establecimientos. Si los modelos educativos exitosos en el mundo como Singapur, Australia, Finlandia, Canadá, Queensland en Australia (Haergreaves, 2003) y otros abandonaron hace mucho la estandarización de los niños, es difícil entender por qué el modelo chileno, persiste en ello. Es un desafío más de las políticas educativas declaradas en la reforma.
Pareciera elemental profundizar en políticas públicas que permitan, al menos, disminuir, acortar o acercar –no hablemos de eliminar- sería demasiado ilusorio hacerlo, las brechas que separan a los estudiantes con bajo, mediano o alto capital cultural, cuyas trayectorias académicas prácticamente se definen desde área de residencia, su origen o cuna.
Los docentes no sabemos ciertamente para qué tipo de futuro educar, ante la incertidumbre –signo de nuestros tiempos en todas las dimensiones de la realidad- pareciera lógico aferrarse a la consolidación de un Modelo con fuerte énfasis en formación valórica y desarrollo de habilidades y destrezas.
BIBLIOGRAFIA
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Apuntes Módulo Liderazgo y gestión estratégica para conducir una comunidad educativa, Prof. Dr. Víctor San Martín,UCM. 2015.