¿POR QUÉ EDUCAR LAS EMOCIONES?
“Muchas personas quieren vivir en la cima pero no se dan cuenta de que la felicidad no hay que esperar tenerla cuando estemos en la cima, sino sentirla y vivirla durante el ascenso a la misma” – Gabriel García Márquez.
La idea de explicar por qué es importante educar las emociones surge de la necesidad que hoy vive nuestro sistema educativo. Desde hace poco más de una década, los programas de educación emocional y social han estado presentes en los EE.UU., en diferentes países europeos y también en América Latina.[1]
La sociedad reclama por una mejor educación, una educación que asegure calidad y equidad. En este contexto de cambio, las políticas estatales recientes no han modificado los principios neoliberales instalados en la década de los ochenta en educación. Sino, por el contrario, han profundizado las respuestas al problema de la inequidad basadas en la elección, la competencia, el subsidio a la demanda, en suma, en las fuerzas de una educación de mercado[2] Con esto es fácil darse cuenta que no existen propuestas de cambio verdaderas, sino más bien solo de forma y con ello acrecentando el descontento de estudiantes, docentes, padres y apoderados.
Pero no me quiero detener en asuntos políticos, más bien quiero avanzar con la explicación de ¿Por qué educar las emociones? Según el informe realizado en la UNESCO en 1996 por Delors “la educación encierra un tesoro” define claramente que la educación debe enseñar a aprender a conocer (contenidos propios de cada asignatura), aprender a hacer (llevar a la práctica los contenidos), aprender a ser y aprender a convivir. Estos dos últimos aprendizajes están relacionados con la educación de las emociones.
Pero esto de las emociones en la educación no es un asunto antojadizo de mi parte, tiene fundamento en la naturaleza morfológica de la especie humana. No es gratis decir que el cerebro pensante nace del cerebro emocional, esto lo explica la evolución, pues el cerebro inicial era muy pequeño y solo alojaba lo que hoy en día se conoce como el diencéfalo, el cual alberga el hipocampo, la amígdala, el tálamo, el hipotálamo, la hipófisis, entre otras porciones cerebrales. Estas áreas corresponden al sistema límbico el encargado de dar las respuestas de sobrevivencia que tienen la mayoría de los animales. Por ejemplo esta zona determina si se va ingerir un alimento en particular, si el olor de un objeto indica peligro, o si el aroma resulta atractivo desde el punto de vista sexual. Todos estos procesamientos de información arrojan instintos que tienen importancia de vida o muerte en el animal. Sin embargo, con la evolución, el cerebro aumentó su tamaño y toda la información sensorial se conectó con otra área, la del razonamiento, donde se genera una valoración de la situación para generar una respuesta equilibrada a la necesidad.
Joseph Ledoux, en 1999 plantea en su obra “El cerebro emocional”, que tenemos dos tipos de procesamientos de las emociones: Un procesamiento corto que consiste en el flujo de información desde la amígdala al sistema nervioso eferente, reduciéndose solo a respuestas instintivas. Mientras que el procesamiento largo involucra la amígdala, cortex pre-frontal y el sistema nervioso eferente, el cual está relacionado con respuestas y conductas basadas en emociones y razonamiento.
Antonio Damasio en su libro “El error de Descartes”, propone que el ser humano existe porque tiene emociones y también razona. Además dice que las emociones generan sustancias químicas a lo largo de nuestro cuerpo y cuyas células se acostumbran a ella, lo que él denomino el marcador somático. Esto explica porque existe gente con estados depresivos tan duraderos en el tiempo.
Un ejemplo tomado de la educación es cuando los estudiantes tienen malas notas en matemáticas, si este mal rendimiento se repite en el tiempo genera experiencias negativas de la asignatura y a la vez emociones negativas en el estudiante. Si no se revierte la situación con estrategias que permitan superar la experiencia, en este caso el mal rendimiento, los estudiantes se adaptaran a dicha situación, llegando a auto-convencerse que son “pésimos para las matemáticas”. Este conjunto entre experiencia y emociones negativas puede llegar a ocasionar hiperactividad en los estudiantes, bloqueando su cortex- prefrontal e inhibiendo la capacidad de razonamiento y desarrollando un estudiante con mala disciplina en el aula interrumpiendo el normal proceso de enseñanza-aprendizaje.
El estado emocional de un grupo es importante porque influye en las capacidades individuales. Si el clima de aula es positivo, aumenta el rendimiento, por lo tanto aumenta la motivación intrínseca y por ende las funciones cognitivas. Es por ello que existen los programas de educación emocional y social que se utilizan tanto en las empresas como en las escuelas de E.E.U.U y Europa. Estos programas son interesantes en materia educativa ya que:
- Son la base del crecimiento en la infancia.
- Tienen un carácter preventivo y proactivo.
- Es una necesidad social frente a la analfabetización emocional
- Permite el desarrollo personal y profesional.
- Es una innovación educativa.
Además estos programas trabajan en 5 áreas específicamente:
- Conciencia emocional
- Regulación emocional
- Autonomía emocional
- Habilidades socio-emocionales
- Habilidades de vida y bienestar
En síntesis se puede decir que las políticas públicas solo han invertido en infraestructura y recursos, es decir, en el saber y en el saber hacer en los estudiantes, pero nada han hecho con el saber ser, que deben lograr los estudiantes para mejorar su autocontrol, su autoestima, para mejorar sus relaciones interpersonales en fin para educar sus emociones en un espacio cómo lo es la escuela y esto les sirva luego en su vida profesional.
Como ya sabemos la educación no ha avanzado más allá del accountability, han pasado muchos años solo preocupados de los resultados de pruebas estandarizadas, pero nada basado en una educación verdaderamente integral, es decir, considerando la educación emocional como parte central del proceso educativo en el estudiante. La tarea no es fácil, quizás se requiera preparar a los docentes en esta materia, incrementar los profesionales de otras áreas en la escuela, reestructurar la jornada de clases, el currículo nacional en fin una serie de cambios en educación. profundidad, que logren cumplir con lo que hoy se demanda en materia educativa.
[1] La expresión “aprendizaje emocional” (ASE) estuvo popularizada por la asociación estadounidense Collaborative for academic, social and emotional Learning (CASEL) con sede en la Universidad de Chicago, primera institución impulsora a nivel nacional de la educación emocional (Cohen, 2006)
[2] (Pinkney Pastrana, Jill, Beatriz Fernández, M, Salinas, Iván, Gutierrez Zepeda, Paulina A, & Nuñez, Carmen Gloria, 2015).