MADRES Y HUACHOS: SUSTRATO DE NUESTRA IDENTIDAD

A propósito de un homenaje que se hizo a Ema Jauch en el salón Pedro Olmos de la universidad de Talca, tuve la posibilidad de conocer a Sonia Montecino, autora del libro Madres y Huachos,  la cual hizo una semblanza atípica de la homenajeada, entregando o desnudando una faceta o perspectiva de la autora maulina que tal vez es poco conocida y que no deja de llamar la atención por lo humano del retrato y por detalles casi domésticos que permiten entender una personalidad artística “sometida” a la figura dominante de su también artista esposo Pedro Olmos; pues Ema Jauch se mantiene siempre en un segundo plano, dedicada a la literatura principalmente, mientras su marido estaba vivo, luego de sus muerte desarrolla en mayor profundidad su faceta de pintora, lo que -en opinión de Montecino – sucede porque Ema no quiere competir u opacar a Pedro Olmos Pintor…monte

Sonia Montecino lee entre líneas los textos de Ema Jauch interpretando matices que podrían pasar desapercibidos a simple vista, pero que no escapan al ojo avezado de la autora. En todo caso la ponencia fue muy entretenida y también muy reveladora, porque en alguna medida confirma este carácter analítico y disectivo– si se le puede dar ese nombre- de Sonia Montecino, el cual también desarrolla en el libro Madres y Huachos, en el que esgrime la tesis de un matriarcado fundacional de nuestra patria, que se plantea a través de símbolos presentes a lo largo de la Conquista, de la Colonia y de nuestra historia independiente, y que constituyen el sustrato de las identidades femeninas y masculinas de la actualidad: El mito mariano, la noción de mestizaje y la de huacho son los ejes articuladores de este ensayo.

Sonia Montecino desarrolla en profundidad ciertos mitos culturales que son la base de nuestra identidad nacional, en el cual la mujer ha sido violentada y sometida sistemáticamente a una supremacía masculina que ha sido soslayada, ocultada, disfrazada y finalmente “aceptada”. De hecho el mestizaje –del cual somos herederos y que está en el gen de nuestra identidad-  siempre se ha visto como un proceso “necesario” y “natural” para la demografía del momento y que significó un nuevo concepto cultural en nuestro país. Pero no se nos indica que nuestra raza fue el resultado de una constante violencia y denigración hacia la mujer indígena y mestiza. Los colonizadores, queriendo satisfacer sus necesidades intrínsecas, toman a las indígenas como objeto sexual, considerando esto como parte de una rutina obligada por parte de ellas, lo cual se prolonga en la imagen patronal y las hijas del peón de obraje. La herencia de esta práctica y el posterior sincretismo cultural, nos marca a lo largo de nuestra historia social.

El mito mariano de la Virgen es asociada con la imagen de la soltera, pero con un estereotipo diferente. “… El marianismo en América Latina, más que una práctica religiosa es un estereotipo cultural que dota a hombres y a mujeres de determinados atributos y conductas (…) el machismo y el marianismo operarían conjuntamente en el orden social mestizo, en tanto patrones asignados a los géneros. Como estereotipo –espiritualidad, pureza, abnegación, sacrificio, virginidad, maternidad, etc-.” Se acepta, entonces, la idea de ser madre por el ejemplo de una virgen. Se cree que es posible una purificación por el blanqueamiento de la raza, y finalmente, se termina aceptando el mestizaje por un bien divino.

Madres y Huachos es una serie de ensayos que vale la pena leer, porque en ellos podemos encontrar elementos de análisis de nuestra identidad y de nuestro ser social, pese a que en el transcurso de los años hemos ido cambiando, pero lo identitario permanece.