ELIMINACIÓN DE FILOSOFIA DEL CURRICULUM: LA ETICA DE LOS MINIMOS
Un fuerte rechazo en los círculos intelectuales y también del ciudadano común del país ha provocado la propuesta del Ministerio de educación, que siguiendo las recomendaciones de la Comisión Engel, ilusamente pretende reformar la estructura curricular, no solo del Plan común de la Educación científico humanista sino también de la educación técnica. Específicamente se pretende la eliminación de la historia y la de filosofía, asignaturas que se imparten en tercer y cuarto año medio, cuyos contenidos serían incluidos en una nueva asignatura denominada “Formación ciudadana”. Una nueva propuesta errática, tras la eliminación de la Educación Cívica, provocando “vacíos” o lagunas de contenidos que ahora se pretenden nivelar -así a la rápida- de una Formación Ciudadana “express”, que desde ahora se declara, transversal. Sostengo que las cosas sin responsables puntuales, son tierra de nadie, por tanto, eso de ser transversal, al final nadie lo hace, se diluye.
El año 2015, asistí en el CPEIP (Centro de perfeccionamiento e investigaciones pedagógicas) que convocó a 300 actores de todo el país, al seminario de Formación ciudadana; allí vergonzosamente confirmé que ni siquiera tenían un marco teórico que sustentara tal propuesta. La discusión se centraba en preguntas abiertas acerca del tipo de ciudadano que requeriría nuestro país en los próximos lustros. Es decir, la sensación de improvisación se sentía en el aire. Así las cosas, no es sorprendente que ahora, también de manera improvisada se lance esta idea que ha sido catalogada desde una: “Reforma curricular extraviada, retroexcavadora en la filosofía, amputación de la filosofía en el currículum, hasta como una calamidad…”. Yo agrego que es una pretensión improvisada, una solución de parche y los parches cuando no son confeccionados con técnica, precisión y pulcritud, son ineficientes.
Buscando un modo de potenciar la formación integral de los estudiantes, desde el año 2011 que en nuestro liceo se imparte ética y valores, como asignatura paralela a las clases de religión; en conjunto con los profesores de filosofía diseñamos planes propios para ofrecer la opción de que sean los estudiantes quienes libremente elijan y opten por aquellos contenidos que mejor respondan a sus convicciones en ciernes; se trata de modelar jóvenes críticos, constructivos y autónomos.
Solo algunos datos referenciales, un tercio de los alumnos del país no tienen clases de filosofía, pues asisten a establecimientos técnico profesionales, como si un buen técnico no requiriera estar constantemente reflexionando, autoevaluando su trabajo; la prueba SIMCE mide solo un 20% de habilidades superiores (memoria, imaginación, evaluación y reflexión); de los 43 países de la OCDE, todos destinan un gran número de horas a la enseñanza de la filosofía; es más se inicia desde la edad preescolar, con filosofía para niños.
Y aunque la filosofía no es la panacea para subsanar todos los males de la existencia, sí es un aliciente, una esperanza en la construcción de una sociedad mucho más abierta y tolerante llevando el razonamiento al límite, enfrentar los prejuicios y el poder en todas sus formas. Precisamente, tal vez, esa sea la finalidad última: Modelar ciudadanos acríticos, manipulables, sin convicciones, que no piensen y por tanto, sean presa fácil de las ideologías y grupos económicos dominantes. En una sociedad democrática donde todos tienen el derecho legítimo de deliberar, es difícil entender por qué se insiste en ideas absurdas que no resisten el más mínimo análisis. Mientras el mundo avanza hacia un paradigma más cualitativo, en que se busca el bienestar, la felicidad de las personas, en Chile se retrocede. Curioso, inentendible, paradojal, por decir lo menos.
No puedo dejar de mencionar a Adela Cortina[1], la filósofa española. Ella refiere a la ética de los mínimos en una sociedad plural
en que convivan distintas éticas de máximos, distintas propuestas de vida buena,, siempre que dialoguen entre sí y puedan compartir por lo menos unos mínimos valores de justicia con los que no se puede vivir sin caer en inhumanidad.
Fundamentalmente la libertad (entendida como independencia, como participación, como autonomía y como no dominación), la igualdad, la solidaridad, el respeto activo y los derechos humanos, pero también los derechos económicos, sociales y culturales, es decir, salud, trabajo, unas pensiones decentes y a una edad razonable. Todo lo anterior se logra, con una educación de calidad, en cuya base es una cualidad sine qua non, enseñar a filosofar.
Espero que esta mala iniciativa, se quede en eso- en una pésima idea improvisada por los tecnócratas de siempre, quienes nunca han estado en una aula- pues renunciar a la formación filosófica impactaría a varias generaciones, peligraría la adquisición de aprendizajes profundos, con una merma importante en su capacidad reflexiva, sin herramientas esenciales para explorar el fabuloso mundo de las preguntas, en definitiva ser mejores personas , mejores ciudadanos, más plenos y felices que es a lo que vinimos a este mundo.
[1] Adela Cortina una de las primeras introductoras en España de la ética del discurso de Habemas y Apel (de quien tradujo La transformación de la filosofía), aunque su proyecto de ética cordial pretende compensar las limitaciones de este enfoque con una ética de las virtudes, es decir, complementar el enfoque kantiano de esta ética procedimentalista con ciertas dosis de buen juicio aristotélico. También ha sido pionera en tomarse en serio el abigarrado universo de las éticas aplicadas, sobre todo de la ética empresarial, de la que es una de las representantes más destacadas en lengua española.